Felicidades por la narrativa, leerte es como un déjá vu, reflexionar sobre el choque generacional que estamos viviendo en las instituciones de salud y que de pronto pareciera como si la tecnología o dispositivos lejos de ser una herramienta de apoyo nos alejan del humanismo y comunicación. Soy concierne que tendremos que trabajar cada uno desde nuestras trincheras aprendiendo o reaprendiendo sin perder de vista la razón de ser de enfermería.
Que relato más emotivo y reflexivo, compañera, porque narras una realidad tan cierta como devastadora. Se nos llena la boca hablando de la humanización en cuidados, cuando la verdadera humanización en la mayoría de los casos solo consiste en tratar a las personas como personas. Presentarse, escuchar, mirar a los ojos, acompañar, empatizar con el otro... Y que pena que se está perdiendo todo eso, sumidos en rutinas, turnos de trabajo y demandas que nos alejan de la esencia de nuestra profesión, cuidar a las personas, hacia una enfermería de "postureo". Y como muy bien dices, no es un problema de la base, sino de toda la estructura sanitaria. Lamentablemente la organización de trabajo que hay a nivel institucional deja mucho que desear lo que lleva a que muchos profesionales se quemen, sufran burnout y se alejen de lo en su día nos hizo estudiar y dedicarnos a esta profesión.
Y la figura de la supervisora y de la dirección de enfermería en el centro debería velar por el bien de las enfermeras, porque eso repercutirá indudablemente en el bienestar de los pacientes y cuidadores y en la calidad de la asistencia que ofrecemos. Y como has reflejado y lamentablemente también he vivido en mi experiencia personal/profesional, parece que hoy en día la supervisora o las jefas de supervisión están más ocupadas con carteleras, contratos... y se olvidan de liderar al equipo de enfermeras que están a su cargo y de implementar mejoras para el bien del paciente. Afortunadamente yo he conocido algunas supervisoras que realmente luchan por su personal, implementa medidas para mejorar la asistencia y generan ambientes y puntos en común con los médicos y otros profesionales potenciando el trabajo en equipo. Pero tengo que admitir que estas súper-enfermeras se cuentan con los dedos de una mano.
Excelente relato, muy inspirador.
Estimada compañera Sonia: tu relato pone palabras al sentir, creo, que de muchos compañeros, sobre todo veteranos. Acabo de estar 4 días ingresado por un abdomen agudo y he podido corroborar en mis carnes todo lo que escribes. Pero no todo el personal era igual. Cada uno con su idiosincrasia. En ningún momento me identifiqué como enfermero y, estando en la cama te das cuenta de la deficiencia de comunicación que existe. Yo, que trabajo en Atención Primaria, atiendo a mis vecinos y amigos y hablo con ellos, por eso son mis amigos. En el Hospital he llegado a tener la sensación de que procesaban un producto: a mí. Gracias por tu reflexión
Muchas gracias por sus comentarios, efectivamente, no debemos perder, en esta era tecnológica, las buenas costumbres que nos humanizan. Presentarnos, mirar a los ojos, escucha activa, empatía, tocar acompañando... Detalles tan importantes y terapéuticos como el mejor de los tratamientos.
Hay veces que nos metemos en la rutina, en todo lo que tenemos que hacerle a nuestros pacientes. Las curas, la medicación, el comentarle al médico algún cambio... en un ratio de paciente-enfermero que en algunos hospitales es demasiado grande. Todo esto lo hacemos sin darnos cuenta de lo más importante, como realmente se sienten nuestros pacientes y familiares. Enhorabuena por la comunicación.
Muchas felicidades por la narración. Todos debemos tener presente en nuestro trabajo la empatía y la humanidad, y no dejar que tanta burocracia nos lo impida.
Gracias Sonia por esta narrativa que sin duda nos ha tocado el corazón. La expresión de las emociones que permite la inmersión completa en el mundo del otro es intrínseco a la praxis Enfermera y lo único que perdurará y nos separe de cualquier intento de automatizar o deshumanizar los cuidados.
Enhorabuena por el trabajo! La verdad es que muchas veces nos adentramos en la rutina del día a día y todo se atribuye a la falta de tiempo. No debemos olvidar que trabajamos con personas, pacientes, familias,.... y una de las herramientas principales en esa atención son las habilidades sociales como empatía, escucha activa, etc y la verdad que se necesita trabajar mucho más este ámbito a la hora de ejercer la práctica clínica. Felicidades nuevamente por la narrativa.